Es una sensación que muchos habréis experimentado, sobre todo si vivisteis en los 60 vuestra época de juventud con cierto desenfreno. Pero también si habéis sufrido una mononucleosis infecciosa, delirios febriles, migrañas o incluso en sueños. También con algunos fármacos de prescripción como zolpidem o citalopram se han descrito casos.
Estamos hablando, cómo no, de un espectro de alteraciones de la percepción visual conocidos con el nombre de micropsia y macropsia. Ambas entidades pueden estar causadas por el consumo de drogas alucinógenas como el LSD, la psilobicina (hongos alucinógenos) o la marihuana; pero como hemos mencionado son frecuentes también en enfermedades como la infección por el virus de Epstein-Barr (mononucleosis), los tumores encefálicos, alteraciones oculares, migrañas, síndromes epilécticos o hipoglucemias. También hay quienes defienden la alta prevalencia de estos síntomas en niños sin que forme parte de ninguna entidad patológica.
La micropsia y la macropsia son temas recurrentes en la literatura y en el cine. El ejemplo más evidente lo encontramos en las atribuladas aventuras de Alicia por los mágicos alucinógenos mundos de Lewis Carrol quien a lo largo de su paso por el país de las maravillas aumenta y encoge su talla tantas veces como podáis recordar. La historia, reinterpretada en la gran pantalla bajo la dirección de Tim Burton en 2010 coincide en fechas también con la última versión fílmica de otras aventuras, las de Gulliver, que también ha tomado la Medicina como referencia para dar nombre a estas alteraciones de la percepción.
Así pues, la micropsia, macropsia y otras alteraciones visuales se presentan en el conocido como Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas (AIWS por sus siglas en inglés). Y también se ha llamado alucinación Lilliputiense al fenómeno de percibir los elementos externos mucho más pequeños de los que en realidad son y muy alejados.
Cabe destacar también el conocido como síndrome de Todd, que presenta similitudes con al AIWS ya que está constituido por una imagen distorsionada del espacio, tiempo y cuerpo. En este caso el paciente percibe una metamorfosis de todo su cuerpo o de una parte, asociada a alucinaciones visuales.
Sin embargo, para estudiar este tipo de fenómenos y sus implicaciones en nuestro comportamiento, no parece muy ético drogar a un grupo de voluntarios con LSD. Así que los investigadores del Instituto Karolinska (Suecia), que ya nos tienen acostumbrados a peculiares experimentos sobre la percepción, se propusieron simular estas alteraciones de la percepción visual armados con unas gafas de realidad virtual y unos cuantos muñecos.
Así han logrado dar respuesta a una de las preguntas clásicas de la filosofía y la psicología ¿está condicionada la percepción de nuestro entorno en función de la idea que tenemos sobre nosotros mismos?. Y lo hacen desde un artículo en PlosOne en el que explican cómo se las ingeniaron para hacer creer a más de 200 voluntarios que su cuerpo medía entre 30 y 80 centímetros y hasta los 4 metros. Aunque más que conseguir recrear esta ilusión, lo que importaba era conocer cómo influyen las ideas sobre nuestro cuerpo en nuestra percepción del mundo.
Imagina que mientras duermes encoges hasta el tamaño de una muñeca Barbie. Al levantarte, sentirías que tu cuerpo es pequeño, o percibirás que eres normal en un mundo gigantesco habitado por gigantes."
En el estudio demostraron que la propiocepción influye en cómo interpretamos nuestro entorno así como los objetos y distancias que nos rodean. Esta conclusión apoyaría la idea defendida por varios psicólogos y filósofos de que nuestro propio cuerpo sirve de escala métrica con la que medimos el mundo.
Aunque no se ha estudiado el entramado neuronal que estaría implicado en este tipo de percepción, parece que además de la propia corteza visual habría mediación por parte de la corteza parietal posterior tal y como se interpreta de los datos observados en pacientes con migrañas o epilepsia focal.
En cuanto a las posibles aplicaciones de este tipo de investigaciones, pueden ser importantes en el diseño industrial de entornos virtuales en los que un operario pueda manejar a distancia robots humanoides (sí, a mí también me ha recordado a Mazinger-Z) o en los que un cirujano pueda experimentar la ilusión de ser un nano-robot que opera en el interior del paciente. Algo que sin duda, tardará bastante en llegar pero que está un poco más cerca con sistemas como el Da Vinci.
1. van der Hoort B, Guterstam A, Ehrsson HH, 2011 Being Barbie: The Size of One’s Own Body Determines the Perceived Size of the World. PLoS ONE 6(5): e20195. doi:10.1371/journal.pone.0020195
Tomado de SomosMedicina