Los déficits cognitivos en la esquizofrenia han sido observados con tests neuropsicológicos de funciones ejecutivas, considerados tradicionalmente sensibles al daño del lóbulo frontal. Estas alteraciones afectan a las habilidades de planificación, como a la aptitud de iniciar y regular una conducta dirigida a un objetivo. Por otra parte, se sospecha que los síntomas negativos de la esquizofrenia reflejan una disfunción del lóbulo frontal. Basado en una revisión de un centenar de documentos, el presente artículo analiza las evidencias anatómicas y neuropsicológicas de una perturbación en el funcionamiento del lóbulo frontal en pacientes con síntomas esquizofrénicos negativos. La similitud fenomenológica de algunos síntomas esquizofrénicos a algunas características clínicas de de pacientes con lesiones prefrontales inspiró la hipótesis del lóbulo frontal dañado en el anterior trastorno. Los hallazgos morfológicos de los estudios de neuroimagen aportaron conclusiones inconsistentes, con algunos investigadores que no prestaban atención a las diferencias entre pacientes y sujetos control mientras otros observaban volúmenes prefrontales reducidos en esquizofrenia. La neuroimagen funcional mostró una un flujo sanguíneo frontal reducido en relación a la perfusión cerebral en pacientes con esquizofrenia. Aunque en general la literatura de neuroimagen provee pruebas fiables de de disfunción frontal en la esquizofrenia, la magnitud media de la diferencia entre pacientes y controles saludables es insuficiente para defender la hipótesis de la disfunción del lóbulo frontal, hasta el volumen cerebral,
metabolismo en reposo o el flujo sanguíneo están afectados. La única medida que distingue claramente entre las distribuciones de pacientes y controles es la neuroimagen funcional del lóbulo frontal mientras los sujetos están realizando una tarea experimental controlada. Los pacientes esquizofrénicos fracasan al activar su corteza frontal cuando la tarea lo requiere. El análisis de las habilidades ejecutivas en relación con la expresión del síntoma lleva a reconocer el hecho de que la disfunción frontal es una característica de solamente un sub-síndrome de la esquizofrenia. El análisis factorial de las características clínicas reveló consistentemente tres síndromes en la esquizofrenia: desorganización temporal, síndromes positivos y negativos.
Liddle etiquetó el síndrome negativo como "pobreza psicomotora" y lo asoció con una disfunción de las proyecciones neuronales desde la corteza prefrontal dorsal al tálamo vía estriado, conexiones involucradas en el inicio de la activación mental. Su hipótesis fue sostenida por el trabajo de otros grupos de investigación independientes.
Los pacientes con síntomas negativos, en contraste con el gripo sin sintomatología negativa, tiende a mostrar una activación neuronal reducida del cortex frontal a lo largo de la realización de una tarea ejecutiva. Los pacientes sin síntomas negativos son indistinguibles del grupo control de sujetos sanos de esa región.
Estudios neuropsicológicos revelan que la severidad de la pobreza psicomotora está asociada a procesamiento mental lento y déficits en tareas que requieren habilidades de planificación. Estas funciones frontales están identificadas con la selección, el inicio y la monitorización de una amplia variedad de procesos conductuales. Se hipotetizó que la disfunción ejecutiva aparecería a través de diferentes patrones a través de subtipos de síntomas, pero pocos estudios consiguieron validar esta asunción.
Finalmente, los investigadores hacen un pequeño esfuerzo para desarrollar conceptualizaciones teóricas de la no-etiología de los síntomas negativos de la esquizofrenia, a pesar del creciente corpus de pruebas sobre las similitudes con el síndrome del lóbulo frontal dorsolateral. Frith propone que bajo los déficits en el inicio de una acción espontánea subyacen esos fenómenos clínicos, pero su definición no es suficientemente específica para enfrentarla a la literatura existente, ni ha sido empíricamente probada. La perturbación del funcionamiento ejecutivo tiene un impacto perjudicial sobre la calidad de la vida diaria de los pacientes de esquizofrenia. La observación indirecta de relatos posteriores para detectar adaptación a largo plazo, que ha sido correlacionada con la severidad de los síntomas negativos y, aunque no consistentemente, al déficit ejecutivo como daño neuropsicológicamente probado. Desafortunadamente, en esta área de investigación faltan estudios con validez ecológica. La medida de la disfunción ejecutiva tal como ocurre en el entorno natural del paciente y la validación de la disociabilidad de los déficits frontales con respecto a la sintomatología esquizofrénica podría llevar a una mayor individualización de los planes de tratamiento y aún más, a una terapia más eficiente.
metabolismo en reposo o el flujo sanguíneo están afectados. La única medida que distingue claramente entre las distribuciones de pacientes y controles es la neuroimagen funcional del lóbulo frontal mientras los sujetos están realizando una tarea experimental controlada. Los pacientes esquizofrénicos fracasan al activar su corteza frontal cuando la tarea lo requiere. El análisis de las habilidades ejecutivas en relación con la expresión del síntoma lleva a reconocer el hecho de que la disfunción frontal es una característica de solamente un sub-síndrome de la esquizofrenia. El análisis factorial de las características clínicas reveló consistentemente tres síndromes en la esquizofrenia: desorganización temporal, síndromes positivos y negativos.
Liddle etiquetó el síndrome negativo como "pobreza psicomotora" y lo asoció con una disfunción de las proyecciones neuronales desde la corteza prefrontal dorsal al tálamo vía estriado, conexiones involucradas en el inicio de la activación mental. Su hipótesis fue sostenida por el trabajo de otros grupos de investigación independientes.
Los pacientes con síntomas negativos, en contraste con el gripo sin sintomatología negativa, tiende a mostrar una activación neuronal reducida del cortex frontal a lo largo de la realización de una tarea ejecutiva. Los pacientes sin síntomas negativos son indistinguibles del grupo control de sujetos sanos de esa región.
Estudios neuropsicológicos revelan que la severidad de la pobreza psicomotora está asociada a procesamiento mental lento y déficits en tareas que requieren habilidades de planificación. Estas funciones frontales están identificadas con la selección, el inicio y la monitorización de una amplia variedad de procesos conductuales. Se hipotetizó que la disfunción ejecutiva aparecería a través de diferentes patrones a través de subtipos de síntomas, pero pocos estudios consiguieron validar esta asunción.
Finalmente, los investigadores hacen un pequeño esfuerzo para desarrollar conceptualizaciones teóricas de la no-etiología de los síntomas negativos de la esquizofrenia, a pesar del creciente corpus de pruebas sobre las similitudes con el síndrome del lóbulo frontal dorsolateral. Frith propone que bajo los déficits en el inicio de una acción espontánea subyacen esos fenómenos clínicos, pero su definición no es suficientemente específica para enfrentarla a la literatura existente, ni ha sido empíricamente probada. La perturbación del funcionamiento ejecutivo tiene un impacto perjudicial sobre la calidad de la vida diaria de los pacientes de esquizofrenia. La observación indirecta de relatos posteriores para detectar adaptación a largo plazo, que ha sido correlacionada con la severidad de los síntomas negativos y, aunque no consistentemente, al déficit ejecutivo como daño neuropsicológicamente probado. Desafortunadamente, en esta área de investigación faltan estudios con validez ecológica. La medida de la disfunción ejecutiva tal como ocurre en el entorno natural del paciente y la validación de la disociabilidad de los déficits frontales con respecto a la sintomatología esquizofrénica podría llevar a una mayor individualización de los planes de tratamiento y aún más, a una terapia más eficiente.
PMID: 11760690 [PubMed - indexed for MEDLINE]
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